A DIFERENCIA DE OTHELO, EL FITCRUZ 2019 TERMINA BIEN
Jorge Luna Ortuño
Investigador
Centro de la Cultura
Plurinacional
Dos semanas de
un festín de teatro para Santa Cruz fue lo que vivimos gracias al FITCRUZ 2019,
que organizó un comité de la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC) un año más,
con la notable dirección de Marcelo Araúz –incansable gestor cultural–, y un
equipo humano reducido pero comprometido, coordinado por Marcelo Alcón y un
experimentado equipo técnico para los montajes.
Cabe destacar la potencia de las
obras programadas en la grilla, diferentes géneros se presentaron –teatro
callejero, clown, documental, costumbrista, monólogos y otros–, logrando además
la participación de una mayoría de obras producidas en Santa Cruz (17), además
de otras obras del interior, especialmente de La Paz (7). En cuanto a la
presencia internacional, Argentina, Brasil, Chile, Cuba, España, Francia,
Japón, Perú, Suiza y Uruguay fueron los países con representación de sus
artistas en la cita.
“Othelo, termina mal” (ARG), una
adaptación de Gabriel Chamé Buendía, fue una de las favoritas entre las
internacionales, nos dejó exhaustos ante tal capacidad de inventiva lúdica, de
irreverencia e imaginación a la hora de acercarse a uno de los textos
referenciales de William Shakespeare, su recordada tragedia “Othelo”. El
despliegue perfectamente pensado de una abundante utilería en el escenario, el
ritmo ágil que mantuvo el interés del espectador, la virtuosa capacidad de los
cuatro actores, junto con los guiños meta-teatrales y la picardía de introducir
a un demiurgo dentro de la obra que cuestionaba a Shakespeare el desarrollo de
la tragedia, resultaron gestos sutiles, disfrutables y eficaces. La obra se
presentó en dos funciones en La Casa de la Cultura y fue una de las
taquilleras.
Otra obra argentina que merece
nombrarse es “La lechera”, de Carlos Correa, que se presentó en Meraki Teatro
Bar; en la obra dos gauchos de tierra adentro –como decimos acá–, hombres
curtidos en los afanes del campo, son retratados a partir de un objeto de deseo
en común que es la vaca, aunque la vaca sea un personaje ausente, que sólo
imaginamos, pero que al mismo tiempo juega con la especulación para hacernos
preguntar: ¿de qué están hablando realmente cuando hablan de la vaca? Muy
valorable la adaptación escénica que realizaron especialmente para el espacio
del Meraki, lo cual se nota en las apariciones del personaje del pájaro cantor.
Es inaprensible el teatro
–recordaba para mis adentros mientras avanzaba la función. El teatro es en esencia
la experiencia de la pérdida, describe el crítico argentino Jorge Dubatti en su
famosa conferencia “El teatro de los muertos”. Prohibido tomar fotografías, se
decía al inicio de cada función. Los de APAC registraron las obras, quedó
información, pero el acontecimiento único e irrepetible que es el teatro,
sucedió para perderse. Los días posteriores al festival son pues días de duelo,
por todo aquello que no conservamos de lo que pasó.
El Congreso de Teatrología
“Producción artística teatral” fue uno de los puntos fuertes de esta doceava
versión del FITCRUZ. El coordinador fue el reconocido Jorge Dubatti –filósofo
que reside en Buenos Aires–. Pero no pudo venir, pues justamente el día de su
llegada Argentina amaneció paralizada en un paro de protestas contra el
gobierno local. La reunión se desarrolló en el Centro Simón I. Patiño. Los
organizadores sobrellevaron de la mejor manera la pérdida del invitado estrella
del congreso. Lo pusieron en línea por whatsup y tuvimos la oportunidad de
escuchar su ponencia y de hacerle preguntas. Dubatti es reconocido también por
su labor de trabajo con la Escuela de espectadores que dirige en Buenos Aires,
espacio que dirige desde hace veinte años; son reuniones semanales, todos los
lunes se juntan con un público variopinto para analizar, comentar, desglosar,
la cartelera vigente en los teatros de Buenos Aires. Le pregunté ¿cuánto pudo
ver él que la escuela de espectadores haya contribuido a la producción
artística teatral de Argentina? Su respuesta muy interesante, le atribuye gran
valor al poder de la recomendación, tanto positiva como negativa, de modo que
las reuniones de cada lunes las arman en coordinación, muchas veces, con los
directores y productores de las obras en cartelera. Los índices de expectación
crecieron porque generan una suerte de público formado influencer, sólo como un
elemento para nombrar.
El Centro de la Cultura
Plurinacional brindó el apoyo técnico y dos espacios flexibles muy estimulantes
para la creación escénica, como son la Sala Guaraní y el Subsuelo. “Palmasola”
(SUI) fue una de las obras más osadas en cuanto a puesta en escena, también de
las más potentes y sentidas, por su temática y la respuesta del público. Se
combinaron funciones para el público en general con otras especialmente dirigidas
a los colegios durante las tardes. Las obras “Ñaña”, de Claudia Tangoa, y
“Escribiendo”, del grupo paceño Border, fueron particularmente emotivas y
apropiadas para ese público más joven y en formación. Al final de estas
sesiones los colegiales tuvieron conversatorios con los artistas.
La atención al proceso de
construcción de la mujer y de las problemáticas actuales del género femenino,
fueron un eje central en la curaduría del festival. Obras como “Ella sobre
ella” (URU), Ñaña (PER), Alfonsina y los hombres (ARG) o “Teresa” (ARG),
generaron interesantes reacciones y discusiones. Además se realizó el encuentro
de “Cartas al autor”, dirigido por Claudia Eid, congregando a varias actrices
que se dirigían a un personaje femenino en obras de teatro clásicas. Las cartas
se exponen todavía en la recepción del CCP.
Hace falta que los
investigadores, los historiadores, ensayistas y dramaturgos reunamos toda esta
memoria evanescente que se va deshilando mientras avanza el tiempo, y la
recopilemos en una cartografía territorial que nos muestre qué es lo que pasa
teatralmente en Santa Cruz. Tenemos una escena activa y creciente. El FITCRUZ está
en creciente. Lo que cabe es seguir apoyando y tirando para adelante desde
nuestros lugares.
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