LA MÁQUINA DE SIGNIFICAR DE ROBERTO VALCÁRCEL (ENTREVISTA)





Por: Jorge Luna Ortuño - Investigador CCP

Roberto Valcárcel nació en La Paz en 1951, pero vive en Santa Cruz desde el año 1993. Se formó en Arquitectura y Diseño Gráfico en Alemania. Realizó su primera exposición en Alemania en 1976. Han transcurrido cuarenta y dos años desde aquella experiencia, hoy es una autoridad y un referente de las artes visuales dentro y fuera de Bolivia. Prefiere ser considerado "fotógrafo", y reconoce la influencia en este ámbito que tuvieron sus trabajos colaborativos con Gastón Ugalde. Si hay una palabra, una corriente, o una filosofía que lo puede describir es: "eclectico". Roberto Valcárcel es, a su manera, una reencarnación de los representantes de la Escuela Ecléctica de Filosofía de la era de los presocráticos en Grecia. Esto quiere decir que se trata de un personaje que vive expansivamente, que enlaza recursos, mezcla técnicas, soportes, y además usando diversidad de espacios, pero siempre logrando generar lo que se puede entender como su "marca": "Valcárcel producciones". Además prefiere preservar su soledad y está dedicado a tiempo completo al desarrollo de las artes visuales, tanto desde la educación, la exposición de obras, la organización de talleres autogestionados, y la participación en los espacios más importantes de diálogo y debate artístico en el país. 

Esta entrevista fue realizada en diciembre del 2009, en su propio taller. Aunque en un formato más reducido, se publicó el año 2010 en la desaparecida Revista Nueva Crónica y Buen Gobierno, de Plural editores. La compartimos en su totalidad en esta ocasión en el marco de "Territorio de ideas: La máquina de significar", que lo tendrá como invitado central en la sesión de octubre en el Centro de la Cultura Plurinacional. 




Investigador CCP: Una de tus premisas es que el arte es arte cuando funciona como cambiador de percepciones de la realidad. ¿Puede el arte contemporáneo cambiar la percepción colectiva de la realidad?

Roberto Valcárcel: Para comenzar habría que decir que el arte es lo que hagas de él. No hay una predefinición de lo que es el arte, los conceptos son susceptibles de adquirir nuevos sentidos. No se trata de dar nuevos significados a cosas que tuvieron un significado original. El arte es algo que vos lo fabricas. Esto viene de la capacidad del ser humano de dar sentido a las cosas. Pero, esto no deja de ser una utopía, porque en el buque gigantesco en el cual nos encontramos, con todas las cargas y lastres que tenemos [en el país], es muy difícil un cambio de dirección, un viraje, es muy difícil maniobrar esa nave que ya por su volumen y peso histórico es muy inerte. 

En ese sentido, el planteamiento de lo que podría ser el arte es en sí utópico, porque las instancias que manejan el barco: el capitán, oficiales, etc., en Bolivia, están en otra honda. Entonces no hay mucha posibilidad de que ese deseo en algún momento adquiera cariz de realidad. Pero eso no me impide pensar lo que me da la gana, y me da la gana de pensar que el arte es una tremenda herramienta. Y en realidad lo que está moviendo el barco hoy en día con todo su peso, inercia y carga cultural, está ignorando esa posibilidad, y es una lástima. A tiempo de aficionarme a esta idea no creo, por como veo marchar el barco, no veo posibilidad de que esto en algún momento se convierta en parte del lenguaje común. En última instancia es parte de un deseo, algo más poético que político. 

La pregunta es: ¿Qué nuevas visiones de mundo puede tener una sociedad incapaz de tener nuevas visiones? Un pueblo absolutamente remitido a una cultura burocrática, a una cultura estática procedimental, a una cultura llena de ritos, y rito implica repeticiones obsesivas, a una cultura donde la gente se pone tiesa en los pueblos más chicos y hace todos los rituales más pseudo-patrioteros. A esa gente ¿qué posibilidad tienes de mostrarle nuevas realidades, cuando lo que ellos están tratando desesperadamente es de encajar en la realidad actual?

INVESTIGADOR CCP: Correcto. Sin embargo, lo que desearíamos profundizar desde tu visión es el trabajo subversivo que se puede hacer desde el arte; por supuesto que esto es a niveles micro dentro de la sociedad. ¿Qué se puede todavía construir, y a pesar de la tendencia mayoritaria, que líneas subterráneas todavía se pueden crear frente a los sistemas de dominación basados en el control?

ROBERTO VALCÁRCEL: Claro, a mí también me interesa. Pero eso no deja de ser un proyecto a demostrarse. Podríamos preguntarnos: ¿en qué te basas para pensar que el arte puede cambiar las cosas, o cambiar la  percepción de la realidad?

INVESTIGACIÓN: Es una inferencia desde uno mismo. ¿Contigo ha funcionado no? El arte te modificó tus formas de ver el mundo.

ROBERTO VALCÁRCEL: La percepción subjetiva no creo que sea extrapolable a situaciones culturales de grupos. Cada loco con su tema. Cada poeta con su sueño. Pero que eso pueda extrapolarse a un lenguaje común, a algo que se pueda decir de la cultura.... Mmm... En el actual estado de cosas yo lo veo muy difícil. Tiene que ver en parte con posturas y comprensiones distintas de este proyecto antropológico que estamos sugiriendo. Básicamente el tema es: para lograr el bien de todos tenemos que restringir las libertades. Ese es el discurso de la izquierda. Eso sucedió en China, en Alemania, y está queriendo suceder en Bolivia. A partir de ese macro, la pregunta es: ¿cuánto campo hay para lo micro, cuánto campo hay para la ensoñación personal que trascienda?  Pienso que cada individuo, esté en el régimen que esté, sea de izquierdas o derechas, podrá pensar y sentir dentro de si mismo el sistema que quiera. A no ser que te den una lavada cerebral, creo que el último bastión de la libertad que tiene el individuo es él mismo. su propio pensar.

INVESTIGADOR: Bueno, si pensamos en contextos poco favorables para la creación a lo largo de la historia... Si te pones a pensar en la década de los 50, la persecusión contra el comunismo que se vivió en Estados Unidos y buena parte del mundo occidental, y la manifestación, por ejemplo, de la generación de los beats, cuando se vivía una época de persecución a todo lo que se etiquetaba como comunismo, todo era un posible riesgo de comunismo. Pero surgieron movimientos, las vanguardias en las artes, o el ejemplo de los beatniks en la literatura. Tal vez sea posible que el individuo piense siempre algo que esté por fuera de las limitantes que el sistema le está dictando en su contexto social y temporal.

ROBERTO VALCÁRCEL: Obviamente, porque la gente está sedienta de otredad. A eso se debe el fenómeno de que la gente quiera escuchar y ahondar en estos pensamientos. Hay una especie de añoranza de un mundo mejor. Quiere salir de la psicosis colectiva en la que estamos. No es algo ingenuo. Si se está hundiendo el barco y estiras la mano para agarrar un salvavidas, eso de ingenuo no tiene nada. Ves a qué te puedes aferrar. Casi diría que es un reflejo de supervivencia. En ese sentido, la gente quiere escuchar eso. Pero este modelo en el cual la obra de arte provoca, ayuda, permite, empuja, invita a nuevas percepciones, implica un público, un observador, un niño, un pueblo, que sean libres. A libre le llamo: con un grado mayor grado de flexibilidad asociativa. Que cuando una persona vea una obra de arte tenga la capacidad de asociar ese estímulo visual con una gama más amplia de significados. Y ahí es donde veo el tremendo problema, la cultura, la sociedad contemporánea, y más en el caso de Bolivia, que no hace lo más mínimo para permitir esa ampliación de rangos. Creo que lo que estamos diciendo es: el arte puede ampliar la mente de la gente. Y yo digo: para que la gente capte alternativas ya tiene que tener un mínimo de mente amplia.

Porque si vos vas a mostrar obras abridoras de la mente en una Alemania nazi, la juventud hitleriana no va a ver nada de verdad, de otredad, porque se encuentra a nivel social, política históricamente, condicionada a ver una sola verdad, que es la verdad en el caso de la Alemania nazi la ideología nazi, la maoísta, la marxista, cualquier ideología. En el caso de Bolivia, la ideología que se nos viene. En ese sentido, tampoco echaría la culpa a los últimos años. Hablemos de la época del MNR, de las dictaduras militares, de la neoliberal, todas ellas han sido una sucesión de limitaciones a la flexibilidad mental. La presente época no es una excepción. No me estoy estrellando contra el actual bloque histórico. Ese buque tiene una inercia tan grande que incluso se puede cambiar de capitán, o bajar hasta la sala de máquinas, pero el bloque en sí, le llamaremos la realidad boliviana, la cultura boliviana, es de una inercia sorprendente.

INVESTIGADOR: Un bloque que avanza ya con vida propia, quieres decir, y una animación que lo empuja en una dirección difícil de cambiar.  

ROBERTO VALCÁRCEL: Es un pueblo que ya antes de la llegada de los españoles estaba oprimido. Esta idea del arte y del cambio que me parece contemporánea y bastante maravillosa, etcétera., no deja nomás de llevar un adjetivo medio feo, políticamente incorrecto, elitista. Al fin y al cabo son doscientos tipos los que van a las exposiciones, los que ven las obras, y que a partir de ellas se les remueve el pensamiento, ven alteridad, etc. Esto no está mal, pero que de ahí podamos extrapolar a un cambio cultural medible, mensurable, yo diría está fea la cosa. Estamos hablando de la creatividad porque cuando decimos que el arte puede ayudar a tener nuevas percepciones de la realidad no estamos hablando de otra cosa que no sea la creatividad.

La pregunta fundamental sería ¿qué se entiende por creatividad? Si voy a las instancias universitarias, académicas, escolares, políticas, empresariales, estatales me van a salir de un discurso que termina de entender el asunto. Se puede hablar de lo nuevo, pero el concepto de creatividad habla de lo nuevo dentro del actual sistema, dentro de lo posible. Lo nuevo no se lo entiende por lo que está fuera del sistema, inmerso en él. La comprensión de creatividad es muy complaciente, simple, e ingenua. Cuando comprendamos que creatividad es precisamente romper la percepción y permitir nuevas percepciones ahí vamos a preguntar ¿eso donde se hace en el colegio? ¿Cómo se enseña eso en el kindergarten, en las universidades? 

¿Donde está el romper la percepción? Ahí te das cuenta de que el sistema en el cual estamos viviendo es sumamente rígido. La palabra exacta es que Bolivia es un país sumamente autoritario. La esencia autoritaria está ahí, no importa quien sea el capitán del barco. Es un país muy autoritario y esa si es una transversal que está atravesando todo el sistema todas las instancias sociales. Está desde el ayllu hasta los gamonales cambas en la CAINCO. Y justamente ese autoritarismo, esa sumisión al sistema y la realidad, a la cultura, es la que imposibilita crear nuevos sentidos. No se le ocurre a la persona crear asociaciones periféricas que vayan un poco más allá de la significación inmediata de la forma visual. 

En ese momento, la maravillosa utopía de que el arte nos sirva para crear nuevas realidades se desploma y se remite nomas al mundo de la poesía y los sueños. ¿Por qué estoy siendo así de pesimista? Porque creo que si uno plantea un proyecto interesante, por más utópico que sea, al mismo tiempo tiene que plantear y proponer contra qué se está luchando, para poder implementar y poder fantásticamente tratar de acercarse a esa utopía. Yo diría que los enemigos de la creatividad son el autoritarismo y la burocracia. Son los enemigos del arte. Y no es un autoritarismo temporal, no es un sistema maniqueista donde hay blancos y negros, collas y cambas, etc. Aquí el tema es más profundo. Yo creo que lo que necesitamos urgentemente en Bolivia es una tremenda crítica a nuestra cultura al margen del rollo político. Porque este al fin y al cabo acaban siendo los representantes del sistema autoritario de turno, con distintas ideologias de turno, pero el mamotetro que es este barco inerte es el que impide las nuevas visiones es el mismo. Por eso no cambia nada.

Entonces en un sistema ¿dónde se pudiese comenzar a atacar las cosas a nivel micro? Desde las bases, desde el sistema educativo, ahí si uno podría despertar esperanzas de que con el tiempo el niño pueda tener la libertad de manejar el lenguaje de modos alternativos, y de interpretar lo que es la patria de modos alternativos, y Eduardo Avaroa y el mar de modos alternativos, y de interpretar lo que es dios y la religión, y la izquierda y la derecha, etc. En ese momento con esa flexibilidad cuando esté frente a una obra de arte contemporánea va a ser capaz de usar esa maquina de significar. Pero si no sucede eso me temo que va a estar ahí puestita la maquina de significar y el ciudadano va a ser incapaz de utilizarla.

INVESTIGADOR: Me recordaste una frase de Baudelaire que dice que "el gran hombre se hace a sí mismo no gracias a su sociedad sino a pesar de ella". Ahora, respecto de tu trabajo y tu vida, te planteo una hipótesis: pareciera haber dos escenarios, uno el de tu profesión, que es la arquitectura, quizá algo más ligado a lo real y menos imaginativo, y luego tu existencia en el arte, donde das rienda suelta a los personajes que te habitan y entra la luz de la fantasía y del quiebre con lo real. El arte como un camino subterráneo, pero eliges también tener un oficio en la vida para sostenerte de manera más segura. Creo que la docencia con diversas materias te aporta esa otra área. 

ROBERTO VALCÁRCEL: Si y no. Digamos que el modelo obvio en mi caso particular seria que haga fortuna como arquitecto y sea subversivo como artista. Pero en los hechos eso no se da porque para comenzar mi arquitectura no es complaciente. Eso implicaría una especie de esquizofrenia en mi cabeza. No puedo ser arquitecto complaciente y artista subversivo al mismo tiempo. Entonces en mi arquitectura siempre tiende a encontrar nuevos formulados espaciales o semánticos. Y eso a la gente no le gusta. Cuando va al arquitecto quiere una casa y la casa tiene que ser como una casa, etc. Entonces la segunda opción mas obvia es la docencia, y eso es lo que estoy haciendo. En algún momento ese bla bla puede ser motivador, en algún momento. En general creo que el bla bla que lanzo es de lejos mucho más subterráneo y subversivo que la producción física de mi trabajo. La prueba de eso es que el trabajo artístico que he realizado, en gran medida se asimila a la cultura, y esa asimilación a la cultura es un síntoma de que no era tan alternativo sino que simplemente era una versión, "vanguardosa" o "modernosa" pero tan fuera del pensar. En teoría, claro, suena muy bien el proyecto y el presupuesto ideológico del arte como posibilitador de nuevas cogniciones. Pero mis trabajos acaban siendo figuras bonitas y son estéticas y aceptables y perfectamente aceptables al sistema. ¿Por que sucede eso? Bueno en parte tal vez porque soy mal artista, y soy muy esteticista. Esta dentro de los códigos de belleza en los cual nos encontramos.

Por otra parte está relacionado con el tema del sistema del arte. Ponte: un artista contemporáneo que concibe la obra de arte como máquina de significar, parafraseando a Octavio Paz. La pregunta es: ¿Dónde va a socializar eso? En el Museo Nacional de Arte, en la esquina de la Plaza Murillo, o en Galería Nota en la Zona Sud de La Paz, o se va a ir a algún sótano de hippies ahí por la Jaén. Ahí te das cuenta de que la obra, por mas provocadora de nuevas realidades que pudiese ser, no tiene mecanismos de inserción y no de asimilación o de antropofagia. Sino simplemente de display, de mostrarse a la sociedad de manera que la sociedad la perciba como máquina de significar. Quiero citar una obra de un colega, el Bluebox, que es Eduardo Rivera, que llevó su colchón a la plaza m
Murillo y se puso a dormir. Provocó diversas reacciones variopintas de la gente. El dice que interesante, experimentó como lo veía la gente. Pero él mismo ya se estaba viendo como el antropólogo que observa a la gente. Mi pregunta es: ¿Alguien ha percibido la realidad de otro modo a partir de su obra? Nadie ¿Y por qué no logra? Podemos culpar otra vez al perceptor, es cierto, porque no está predispuesto, no está en celo. Pero es también porque el mundo del arte no tiene las instituciones, no tiene los lugares, ni los entornos conceptuales donde eso pueda suceder. El sistema del arte son las publicaciones, son los críticos, los museos, las galería y todo eso. Pero yo diría que todo eso no esta infraestructurado como para que una obra "posibilitadora" de nuevas percepciones de la realidad pueda lograr su objetivo.

INVESTIGADOR: ¿Cuál sería el mejor lugar para mostrar una obra que llame a una mayor predisposición de parte del perceptor? El creador de percepciones tendría que mostrar su obra en un espacio underground? ¿Esto sería más provocador?

ROBERTO VALCÁRCEL: No, al contrario. Lo que necesitaríamos es un sistema oficial, estatal, de promoción del arte contemporáneo. Tendría que ser como fue el muralismo mexicano para la revolución de 1920. Eso tendría que ser el arte contemporáneo para el gobierno de turno aquí en Bolivia. Y eso tendría que tener, por ejemplo, unos increíbles camiones o buses con toda la identidad visual y el colorido y el logotipo, que vayan a los barrios y eso se anuncie como nuevos fabricantes de lecturas, se anuncie como "posiblitadores" de cognición, y que hayan vías que no te digan lo que tienes que ver sino que te digan “ve lo que quieras y abre tu libertad a ver y construir lo que quieras y hagamos cotejos de cuan diferentes son las lecturas”. Pero a ese nivel institucional. ¿Por que digo eso?: porque Bolivia es un país sumiso y autoritario. Entonces, la gente se va a someter a esa autoridad y va a decir "qué bonito", "que interesante", "conoceremos". De otro modo, exponer en espacios "underground" es otra vez para un par de exquisitos iniciados, como el mundo del jazz: muy pocos entienden qué se entiende por jazz. Son cuatro locos que disfrutan eso y la gente ni siquiera se entera de que existe. Se convierte casi en una subcultura, del jazz, del rock metálico, del arte contemporáneo, etc., pero no es esa la idea. Lo primero tendría que ser configurar grandes instituciones de arte realmente contemporáneo. Hay pocos lugares donde exponer cosas.

Si tuviese cada ciudad un poderoso museo de arte contemporáneo que se dedique exclusivamente a exponer arte contemporáneo en este sentido, y no otra vez a hacer homenaje a Oscar Pantoja, o Mónica Pacheco, a los dinosaurios de siempre... Por otra parte, la institución esa como museo no podría ser una casa, tiene que ser como una serie de focos y subcentros, actos guerrilleros y camiones que van a por allá, algo sumamente dinámico. Si el capitán del barco se diese cuenta de que con esto se ganaría un tremendo voto y lugar en la historia... Pero el tema es cada capitán de barco sucesivamente le teme a esto porque temen que se vuelva un nido de agentes izquierdistas o ahora de agentes norteamericanos. Pero ya que somos una sociedad autoritaria, seria ideal que venga esta orden desde arriba, para que de una vez la gente, sumisamente, acepte ser libre paradójicamente. Pero está difícil porque los discursos que se manejan, el lenguaje que se maneja, es totalmente ajeno a este cometido.

INVESTIGADOR: Todo esto es muy interesante y revelador respecto de tu cosmovisión a partir del caso particular de nuestro país. Has hablado previamente de una suerte de esquizofrenia, es  decir, de que no puede convivir el sumiso y el subversivo en uno mismo. Pero pareciera que sí, si observamos lo que decía Laclau como ejemplo: uno puede ser un encendido dirigente sindical en las asambleas, pero de vuelta a casa volver a ser el esposo sumiso.

ROBERTO VALCÁRCEL: Tiene que ver con la doble personalidad. Creo que es un estado mental específico. A lo que me refiero es que necesitamos una salud mental que implica gran flexibilidad, pero al mismo tiempo implica coherencia. Tienes que ser una persona creativa, amplia, pero tiene que haber coherencia de alguna manera. Porque si me pica la oreja izquierda y me rasco la derecha sería un despropósito. Esto seria un síntoma de insanidad mental. Claro que eso se lo resuelve a veces a distintos niveles. Imagínate un empleado público, gris, tipo kafkiano, totalmente adaptado al sistema y él por dentro cree que es un subversivo increíble y dice: "estos no saben que estoy planificando la revolución". Y mientras trabaja poniendo los sellos y toda la burocracia. Eso yo llamaría "loquito, incoherente", porque no hay ahì un vinculo entre el pensar y el sentir y el actuar.


INVESTIGADOR:  Se explota mucho esta idea desde algunos cómics que se llevan al cine de Hollywood, la idea del héroe encapuchado que puede tener una vida siendo un exitoso conservador capitalista, un Yuppie, un empresario, como en el caso de Bruce Wayne, o Bruno Díaz en Batman. 

ROBERTO VALCÁRCEL: El caso concreto de Bruno Díaz es un asunto de desdoble de personalidad; si bien se convierte en un héroe y si bien cuenta con la aprobación y el beneplácito de la gente y la policía, él está rompiendo la ley porque al fin y al cabo es un civil vigilante que està tomando la ley con sus manos. En ese interesante se da el problema de que ir por el camino underground implica la consciencia de que estás quebrando la norma. No en armonía con el sistema sino quebrando la norma. En última instancia, yo diría es un reemplazo de la moral comunitaria por una responsabilidad y una ética personal. El tipo, Bruno Díaz, asume personalmente la responsabilidad de sus actos y hace algo que no le corresponde. Asume su personalidad autónoma como persona dado que el sistema está mal. Y lo hace con tanta eficiencia que todos están contentos a pesar de su ilegalidad. ¿Pero quien le ha dado a él la prerrogativa de andar pateando maleantes? Sin embargo la ilegalidad queda justificada por el fin. 

INVESTIGADOR: ¿En qué palabras te dirigirías a los jóvenes artistas que para aprovechen algo del largo recorrido que tú ya tienes por las artes y la vida en el contexto que te ha tocado vivir?
ROBERTO VALCÀRCEL: Quisiera dar un mensaje y consejo a todos los artistas, incluido yo mismo: por más que creas que estás siendo interesante, provocativo, contemporáneo y creador, no lo estás siendo lo suficiente. Creo que hay un tremendo factor de autocomplacencia, eso lo veo en todos, también en mi proyecto. Porque con una sonserita mas o menos rara uno cree que contribuyó con un aporte, una trascendencia, un quiebre. Yo creo que lo que determina tu grado de quiebre, de aporte, sería el grado de inaceptabilidad, de no-integrabilidad al sistema. Y lo que veo es que todo lo que está sucediendo en el arte es automática y lubricadamente asimilado al sistema y todos están felices. Esto quiere decir que el arte no está logrando esa propuesta de otredad, la alternativa suficientemente incisiva. Son solo insinuaciones pero inmediatamente a través de la prensa y las instituciones etc., se lo asimila al sistema. Creo que esa autocomplacencia es mortal. 










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