CORDELIA: LA OSCILACIÓN
Un breve artículo meditando sobre Acerca de Cordelia, muestra de Paulina Oña basada en una obra de teatro
Acerca de Cordelia (2017) es una obra híbrida de visualidad poderosa con montaje escénico, que lanza un poderoso grito al vacío: ¡veamos primero qué puede el cuerpo de una mujer! Tal vez en algún momento de la obra, el espectador –más allá de su género, ideología o profesión– sienta que el vacío lo mira de vuelta, ese vacío de donde salen todas las formas, para urgirlo a cuestionar lo que ya daba por acabado. Cordelia es un ensamble de lenguajes y recursos técnicos, creativamente pensados, que termina siendo una manifestación del talante rizomático de su autora, Paulina Oña.
¿Quién es Paulina Oña? Es una
artista mujer boliviana joven sucrense abogada de profesión afecta a la lectura
de filósofos como Spinoza, Deleuze, Suely Rolnik, Guattari y otros. De todas
estas descripciones, la que más interesa acá es la referida a sus preferencias
como lectora, porque de ahí extraerá la pregunta eje: ¿qué puede el cuerpo? En
el capítulo Tres de su famoso libro Ética,
Spinoza inaugura una concepción cinética de los cuerpos: el cuerpo será una
relación de velocidades y lentitudes. El cuerpo será pues, en términos de la
física, una oscilación. Es la concepción que Paulina Oña prolonga en Cordelia, para cuestionar las
complejidades, no del “ser”, sino del “estar siendo” mujer en un país como
Bolivia.
La premisa de esta muestra podría ser que la mujer, similar a una obra de
arte, debe atenderse más que como un producto, como un proceso. Al mismo
tiempo, algo que me interesa en la propuesta de Paulina Oña es una poderosa
idea que transmite, y es que no se necesita hablar desde la marginalidad para
discutir las construcciones sociales que nos hacen ser los que somos. Pues ya
existen en nuestro país discursos que reivindican el lesbianismo, la
bisexualidad, el feminismo radical, el ser gay, pero desde una posición de confrontación
en la que se enorgullecen de enarbolar un no-lugar. Tal vez idealizar la
marginalidad para reivindicar una crítica a las construcciones sociales y de
género establecidas sea una estrategia de bajo rendimiento, que el mismo
sistema se encarga de engullir y reubicar en lugares inofensivos. Esto me
recuerda a “Usted representa una amenaza tolerable y si no fuera así ya se
hubiera enterado”, el título que reza uno de los últimos libros del graffitero
y artista urbano Banksy.
Paulina Oña suele referirse a la
potencia de resistencia que tiene el arte, y cómo ella elige explorar sus
búsquedas artísticas en ese sentido. Lo que me pareció atractivo de Cordelia es
que te invita a realizar estos cuestionamientos sin necesidad de acudir a lo
grotesco, sin armar barricadas, sino a partir de compartir los miedos, los
recuerdos y las ilusiones de Cordelia, una mujer como cualquiera, “ese ser
espectacular que reunía en su cuerpo ambos sexos”.
Pero Cordelia es muchas cosas más, es una carta de respuesta al Diario de un seductor de Soreen
Kieerkiegaard; es una reflexión sobre las formas de la presencia en el mundo
contemporáneo, desde el mundo digital hasta las formas de ausentarse. Es una
puesta en escena con lo que le faltó a la película Her (2014) de Spike Jonze.
Esta obra se presentó
recientemente en el mes de diciembre en Santa Cruz, en el Centro de la Cultura
Plurinacional, acompañado de un laboratorio de investigación escénica dictado
por la misma Oña –“Ejercitar la presencia”– en el que un texto central que propuso
fue la lectura de Spinoza sobre la potencia de actuación de los cuerpos y sus
afecciones. La experiencia en total causó un gran impacto entre participantes y
espectadores. Cordelia confirma a
Paulina Oña entre esos artistas bolivianos y bolivianas a los que hay que
seguirles el rastro, porque de a poco y en silencio, algo grande están
bordando.
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